viernes, 16 de noviembre de 2012

Cuento (Amor de luna)



Mi vida es un completo problema por las mañanas, “Gregory, salta a esta hoja”, “Gregory, carga esta rama”, “Gregory, no juegues por ahí”,  “Gregory, por favor canta bien”, Gregory esto y Gregory aquello”; todos los días lo mismo y lo mismo. Pero por las noches, y cuando mis padres y hermanos mayores ya están dormidos, es cuando mi mundo y mi vida por fin cobran un sentido más real eh inmortal que esta faceta monótona de siempre, cuando tengo por fin la oportunidad de verla a ella, de sentir su frio calor en mi, sentir, aunque sea solo por un momento y de mentira, que ella me mira solo a mí.

Vivo en una colonia a los costados de un gran Lago, en una hermosa cabañita de juncos que mi padre y mi madre construyeron en su juventud cuando recién se casaron, aunque ahora ya resulta un poco pequeña, pues cuando yo nací, y debo decir que soy el ultimo de todos, ya eran 314 mis hermanos, así que si mis clases con la Señorita Grille que es mi profesora de matemáticas en la escuelita de la colonia me han servido de algo, somos 317 seres en mi casa, y siendo yo el último, el más chiquito y el menos importante de todos, me toca acatar todo lo que me dicen mis padres y todos mis hermanos mayores, sin reclamar nada, porque todos siempre tienen la razón y yo nunca, porque yo no sé lo que pasa pero ellos sí, es un verdadero tormento siempre y todos los días.

Por ahí, tal vez lo que me hace soportar en algo las largas faenas del día, es la visita y la ayuda que me brinda mi buen amigo Chagra, un Colibrí de color blanco con unas plumas anchas en sus patas que parece como si usara un zamarro, de ahí su nombre, un pico largo y unas alas que hasta ahora no eh podido ver con claridad, porque igual que su boca, se mueven tan rápido que casi podría jurar son un verdadero mito.

   
-       -¿Qué haces? – Es la pregunta con la que Chagra siempre empieza nuestras conversaciones. 
-          - Los mandados de mis Padres – la respuesta que siempre doy yo.
-          -Porque no les pides permiso por un ratito nada mas, acabo de descubrir una hermosa flor  allá al otro lado de la orilla, nadie nunca la ha visto, estoy seguro, y la quiero compartir contigo.
-         - No me van a dar permiso, tengo que cargar estas hojas para vendérselas al Señor Grill, somos muchos y no tenemos dinero, mis hermanos ya están mucho más adelantados a mí y sé que si no me apuro me van a molestar,  además, si está en la otra orilla dime tú, ¿Cómo podría llegar hasta allá si yo no puedo volar?
-          - Ohm?, es verdad, no había reparado en eso, es una lástima que no lo puedas hacer, pero mira el lado positivo, si pudieras hacerlo, se que intentarías volar tan alto para poder ver a tu amor prohibido que te matarías en el intento. Si así lo hicieras yo perdería a un amigo.
-          - Chagra, me acabas de dar una idea, yo no puedo volar, pero tu si verdad?
-          - Obvio, ¿Qué no ves que lo estoy haciendo en este preciso momento?
-          - Si, si lo veo, estaba hablando, bueno no hagas caso a eso, quería proponerte una aventura, ¿Te apuntas?
-        - Mira, si es algo peligroso, si podemos meternos en líos, si es algo descabellado... cuenta conmigo, si es que no es así, ni me tomes en cuenta.
-         - Si hay algo de peligro, pero de un buen castigo creo que no me voy a salvar, esta noche cuando todos estén dormidos, nos vamos a encontrar en esta misma orilla, y vas a cargarme y juntos, vamos a subir tan alto, que vamos a poder encontrarnos con mi Dama.
-          - Estás loco?, no puedo subir tan alto, ella está a una distancia imposible para mí.
-          - Por eso dije que sería un poquito peligroso, pero vamos, hazlo por un viejo amigo.
-          - Bueno está bien, pero nada más por nuestra amistad. 

l    Las horas pasaron lentamente mientras esperaba que llegara mi encuentro con Chagra, y en cuanto estuve totalmente seguro de que todos en mi casa dormían,  salí por la ventana superior del altillo donde dormimos 114 hermanos míos y yo, gracias a que tengo por un lado la suerte de dormir en la última cama de la litera gigantesca que mi padre construyo con sus propias manos, y sin hacer el menor ruido, abriendo la vieja ventana, salte hacia el patio, y por entre el jardín  llegue a la orilla del lago donde me encontré con Chagra, quien me había estado esperando como lo habíamos planificado, y si hacer esfuerzo, subí a su lomo y emprendimos nuestra aventura.
 
    Mi hermosa dama de plata, mi confidente, la que me escucha y me alegra con su simple mirada  estaba allí, llamándome al oído para que subiera a verla. Sé que solo tengo 34 días de nacido, pero si esto no es amor, no sé lo que sea. Ella pasa siempre ahí arriba, en ese lago raro que esta sobre las cabezas de todos los seres vivos, ese lago que siempre cambia de color, de día es celeste y tiene esos algodones blancos, y de noche es negra y tiene esos puntitos brillantes que acompañan a mi dama allá a lo lejos. 
     Subimos y subimos, pero por más que Chagra se esforzaba, parecía que mi dama seguía tan lejos como siempre.

-      - No sé cuánto tiempo más pueda seguir aguantado este vuelo, las corrientes se están volviendo frías y ya no me quedan fuerzas – Dijo mi amigo jadeando.

-          - Por lo que más quieras, aguanta por favor, yo se que tu puedes – pero la verdad es que yo también estaba muy cansado, esta era la primara vez que volaba y el aferrarme al lomo de Chagra contra el viento y la gravedad, eran un problema que yo no había sopesado.

-              - Quiero hacerlo, pero por más que lo intente no puedo...
 
      Estas fueron las últimas palabras que logramos intercambiar, puesto que Chagra se desmayo en pleno vuelo, y empezó a caer, con las últimas fuerzas que me quedaban, entorne mis piernas y profese el salto más potente que pude lograr.

     Mientras mi salto aun seguía con fuerza, volví mi rostro hacia abajo, buscando a Chagra, y logre divisar que caía sin control subordinado a la fuerza de la gravedad, pero de la nada, un Colibrí aun mas grande, muchos metros más abajo, lo aferro con sus patas y lo dirigió con cuidado hacia su nido, curve mi rostro nuevamente hacia arriba buscando de vuelta a mi Dama, que seguía allí, orgullosa y sonriente, extendiéndome sus largos hilos de plata para que me apoyara en ellos.
   
      No supe más de lo que paso después, mis ojos se cerraron y quede inconsciente, pero ahora, soy feliz, soy uno de esos pequeños puntitos brillantes en el lago raro y estoy junto a mi Dama todo el tiempo.




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